Detener el maltrato animal evitará futuras pandemias. Aysha Akhtar

Aysha Akhtar, neuróloga y especialista en salud pública estadounidense, trabaja actualmente en la Oficina de Contraterrorismo y Amenazas Emergentes, sirviendo como teniente comandante en el Cuerpo de Salud Pública de Estados Unidos. Especialista en analizar qué impacto tiene en la salud humana el tratamiento que damos a los animales no humanos, e n el contexto actual de crisis sobre el coronavirus ha hecho una serie de declaraciones argumentando que “al criar animales angustiados y enfermos, nos dañamos a nosotros mismos”.

25 marzo 2020

Es casi surrealista echar un vistazo en estos días a la charla TEDx que la doctora Aysha Akhtar impartió en 2014, que ahora mismo puede llegar a parecernos curiosamente premonitoria respecto a la situación actual del coronavirus. En el vídeo, vemos a Akhtar hablando de enfermedades como el ébola o el SARS, relacionándolas con la industria de explotación animal, al tiempo que ofrece sugerencias sobre cómo prevenirlas, llamando a cambiar nuestra relación con los otros animales.

Aysha Akhtar, autora del libro Animals and Public Health —Why treating animals better is critical to human welfare (Palgrave, 2012), cuyo título podemos traducir como “Animales y Salud Pública. Por qué tratar mejor a los animales es crítico para el bienestar humano”, persigue desde hace años demostrar el beneficio mutuo ­—para los humanos y el resto de los animales­­— que conlleva cuidar y proteger a todos los animales.

Akhtar es neuróloga y especialista en salud pública, y trabaja actualmente en la Oficina de Contraterrorismo y Amenazas Emergentes de la FDA (Administración de Alimentos y Fármacos) de Estados Unidos, sirviendo como teniente comandante en el Cuerpo de Salud Pública de Estados Unidos. La doctora colabora también con el Oxford Centre for Animal Ethics y es especialista en analizar qué impacto tiene en la salud humana el tratamiento que damos a los animales no humanos. 

En su libro, Akhtar explica cómo algunas de las amenazas para la salud pública más apremiantes están relacionadas con el trato que damos a los otros animales, y al hilo de la actualidad sobre el coronavirus se ha pronunciado ante algunos medios de comunicación, argumentando que “al criar animales angustiados y enfermos, nos dañamos a nosotros mismos”.

La doctora Akhtar afirma que “las tres cuartas partes de las enfermedades infecciosas humanas emergentes proceden de los animales. Pero esto no es culpa de los animales. Si queremos prevenir estas enfermedades y salvar a millones de personas de sufrimientos indecibles, tenemos que enfrentar una verdad inevitable e incómoda: el verdadero culpable es cómo elegimos relacionarnos y tratar al resto de animales”.

Akhtar aclara: “Aunque es demasiado tarde para prevenir la pandemia actual, quizá podamos prevenir otra si nos tomamos un momento para ver cómo la mayoría de las nuevas enfermedades infecciosas llegan a nuestra puerta”.

La neuróloga insiste en que “existe un vínculo directo entre el bienestar humano y el bienestar animal: del mismo modo que los humanos tenemos más probabilidades cuando estamos estresados, debilitados o heridos, estos mismos factores también suprimen el sistema inmune en los animales, dejándolos extremadamente vulnerables. Como resultado, el comercio mundial de animales crea animales muy enfermos, así como las condiciones ideales para que los patógenos se multipliquen y salten de un animal a otro, llegando finalmente a los humanos”.

“Para prevenir la próxima pandemia”, continúa, “debemos mirar más allá de los mercados de aves o el comercio ilegal en China. Todo el comercio mundial de animales debe parar. A un virus no le importa si se transmite a través de comercio ilegal o legal. El comercio de vidas salvajes en su conjunto es perjudicial para los ecosistemas, cruel con los animales y presenta un fuerte riesgo de aparición de nuevos virus. Necesitamos analizar detenidamente cómo nos relacionamos con todos los animales. Ahora es el momento óptimo para llevar a cabo un replanteamiento fundamental en este sentido”, concluye la especialista Aysha Akhtar.

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Fuente de información: Elsaltodiario.com

Barbarie en la industria porcina española: las imágenes que muestran los problemas de bienestar en las granjas

El trabajo fotográfico ‘Dentro de la industria porcina española’ de Aitor Garmendia se hace con el premio Picture of The Year International por tercer año consecutivo por mostrar la realidad dentro de las granjas en España.

5 marzo 2020

El fotoperiodista Aitor Garmendia gana por tercer año consecutivo el premio Picture of The Year International con un reportaje fotográfico que muestra la realidad de las granjas de cerdos en España. / AITOR GARMENDIA
Dentro de la industria porcina española


Ha registrado el maltrato a los animales tras acceder junto a otros activistas a más de 30 granjas porcinas. /  AITOR GARMENDIA
Maltrato
Aitor Garmendia (nombre ficticio) ha registrado el maltrato a los animales tras acceder junto a otros activistas a más de 30 granjas porcinas. Los lechones de la imagen están sobre un montículo de excrementos.


Un cerdo con una malformación en una granja española. / AITOR GARMENDIA
No se garantiza el bienestar animal
Un informe de la Fundación Igualdad Animal revelaba que la organización Interporc creó su propio sello de calidad, que no garantiza el bienestar animal en la industria porcina. En la imagen, se muestra a un cerdo con una malformación en una granja española.


Los cerdos apenas disponen de espacio en las jaulas de las granjas porcinas. /  AITOR GARMENDIA
Sin espacio
Los cerdos apenas disponen de espacio en las jaulas de las granjas porcinas. En la imagen, se puede observar cómo los animales viven en pequeñas jaulas en batería.


Un activista observa las herramientas usadas en una de las granjas porcinas, hacinadas y sin ningún tipo de control. /  AITOR GARMENDIA
Sin control
Un activista observa las herramientas usadas en una de las granjas porcinas, hacinadas y sin ningún tipo de control. 


No es la primera vez que Aitor Garmendia muestra el horror de las granjas españolas. / AITOR GARMENDIA
Horror en las granjas
No es la primera vez que Garmendia muestra el horror de las granjas españolas. Ya lo hizo con sus anteriores trabajos ‘Matadero. Lo que la industria cárnica esconde’ y ‘El trabajo encubierto de activistas investigadores en granjas’, por los que se hizo con el premio Picture of The Year International.


Cadáveres de lechones en un contenedor de una granja porcina. / AITOR GARMENDIA
Barbarie de la industria cárnica
Cadáveres de lechones en un contenedor de una granja porcina, imagen que retrata la barbarie de la industria cárnica. 


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Fuente de información: Público

La contaminación atmosférica por los purines se duplica en seis años

Cataluña cuenta con una cabaña de nueve millones de cerdos, concentrados en las comarcas de Osona y Lleida.

29 febrero 2020

Mucho se ha dicho, medido y alertado de la contaminación de los acuíferos por purines que sufren las zonas de Cataluña que concentran las granjas porcinas. Pero no es tan conocida la contaminación que esta mezcla de orín con excrementos causa en la atmósfera, debido a la eliminación del nitrógeno en forma de amoníaco, principalmente a través de los orines. En seis años, la contaminación atmosférica por las emisiones de los purines se ha duplicado (han pasado de 9.500 toneladas en 2012, a 21.000 en 2018, según el registro oficial de contaminantes PRTR). Un dato alarmante, y más cuando el resto de emisiones se reducen.

En contacto con el aire —y más allá del olor que desprenden los purines—, el amoníaco favorece la generación de partículas contaminantes que impactan en la salud de las personas que las respiran, como ocurre con las emisiones de NO2. España incumple desde hace ocho años los umbrales máximos de emisiones atmosféricas de amoníaco y es el único país en el que las emisiones no se han reducido desde 1990. En 2018, recuerda el portal divulgativo Contaminació.Barcelona, que ha recopilado todos estos datos, la revista Naturepublicó una imagen de satélite donde se aprecia cómo Cataluña es la principal fuente de estas emisiones.

Actualmente, en la comunidad hay nueve millones de cerdos, cuyas granjas se concentran en la comarca de Osona y en Lleida. Lo recordaba esta semana la organización ecologista Depana, que publicó el manifiesto Ni un cerdo más, donde pide “medidas drásticas y urgentes” para reducir la contaminación que producen.

La directora general de Calidad Ambiental de la Generalitat, Mercè Rius, recuerda que el Govern ya no autoriza nuevas granjas “en zonas consideradas vulnerables”. Y que en 2019 aprobó un decreto sobre gestión de la fertilización del suelo que limita otra fuente de emisiones de amoníaco, que es el esparcir en abanico, con grandes cubas, purines como fertilizante en campos de cultivo. Rius admite, con todo, que esta contaminación es un problema, como lo muestra que “las partículas más pequeñas se han reducido en zonas urbanas y, en cambio, en las rurales aumentan o se mantienen”.

El investigador del CSIC Xavier Querol señala que el problema de las emisiones de amoníaco por purines “es de alcance europeo y afecta a un sector que ha evolucionado muy poco, mientras la industria se ha puesto las pilas”. El experto sitúa como grandes focos de emisiones las grandes instalaciones ganaderas, que con la peste porcina en China aumentaron su producción, y la citada aplicación de purines como fertilizantes. En el caso de las granjas, reducir las emisiones pasa por ventilarlas, no acumular purines y cuidar la alimentación de los cerdos, para reducir la cantidad de excrementos. Querol alude también a estudios recientes que han demostrado el impacto que las partículas tienen en la vegetación a partir de tres miligramos por metro cúbico: “En Osona se registran picos de más de 30 miligramos”, avisa.

Desde Unió de Pagesos, el responsable del sector porcino, Rossend Saltiveri, coincide en que “es necesario actuar” contra la contaminación que provoca el sector, y en el caso concreto de las emisiones de amoníaco, recuerda la entrada en vigor del decreto de fertilización, y que si algún ganadero no es capaz de gestionar los purines que genera su granja debe reducir su cabaña. Sobre los cambios en la alimentación, apunta que los ganaderos están introduciendo “alimentaciones más eficientes para que en los purines haya menos presencia de amoníaco”.

Saltiveri añade, además, que la semana pasada, el Ministerio de Agricultura aprobó un Real Decreto de ordenación del sector porcino que incluye medidas para la reducción del amoníaco y gases de efecto invernadero de las explotaciones, como vaciar las fosas de dentro de las granjas por lo menos una vez al mes y elegir entre vaciarlas dos veces por semana o cubrir las balsas exteriores donde se acumulan los purines. “El objetivo no debe ser reducir cabañas sino emisiones, necesitamos ayudas y tiempo para hacerlo”, concluye.

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Fuente de información: El País