8 marzo 2018
La industrialización de la ganadería está disparando la producción de carne en España hasta el punto de triplicar ya la demanda interna de este tipo de alimentos, que lleva años en retroceso mientras el país soporta una huella ecológica cada vez más intensa ante el aumento continuo de la cabaña de reses de abasto, en la que cae el volumen de animales de menor impacto como la oveja y el cordero mientras crece el de otros que generan más residuos, como el ternero y el cerdo, en este último caso, a un ritmo vertiginoso.
Un millón de cerdos cada semana
En esos cinco años han alcanzado niveles elevados los sacrificios de animales como el ternero y el cerdo. El primero superó el año pasado los 2,5 millones de reses y el segundo, que ya pasó de 50 en 2017, rebasó holgadamente los 52 para acaparar, con 4,5 millones de toneladas de carne, casi dos tercios de la producción estatal. Supone llevar más de un millón de cerdos cada semana al matadero.
Purines para llenar 80 estadios de fútbol
Esa intensa producción ganadera, que en el caso del porcino ha generado protestas en buena parte de la España vacía por la proliferación de las macrogranjas, está ahondando la profunda huella ecológica que ya dejaba el sector, uno de los que siguen aumentando la emisión de gases de efecto invernadero, en este caso “debido principalmente al aumento de la cabaña de vacuno de carne (+2,7%) y de porcino blanco (+3,8%)”, señala el Ministerio de Transición Ecológica.
También está creciendo la generación de nitrógeno, que se localiza en el estiércol y los purines y cuyo exceso está provocando el deterioro de ríos y acuíferos en varias zonas del país por la presencia de nitratos, y aumentando la demanda de agua.
Fuente de Información: Publico